Se cumplen diez años de la entrada del Euro, y me acuerdo de los tiempos previos a la moneda única; todo eran promesas de que los precios no subirían, e incluso se hizo una campaña de anuncios para explicar el cambio de moneda. Todo eran brindis allá por el 2001, que si más Europa, que todo eran ventajas, que todos los países estaban preparados... De pronto un café pasó de costarnos 100 pesetas a 165 (un Euro) a pesar de que Zapatero se empeñaba en 2008 en sus 80 céntimos, pero el chasco llegó más tarde, cuando nos enteramos en 2008 que Grecia hizo las cosas de aquella manera, y entonces nos golpeó la crísis.
La realidad no es que los precios hayan subido en diez años un 34%, no, en el primer aniversario del Euro los precios se dispararon al menos un 50%, una barra de pan costaba 50 pesetas y pasó a costarnos 80 centimos de la moneda única, es decir su preció aumentó un 132%. Con todo, el consumo se disparó y los mercados de toda condición se inflaron a ganancias, la fiesta terminó cuando el paro en España se disparó y comenzó a descender el consumo. En este paisaje ¿quien se va a creer que se acaba el Euro?, sería matar a la gallina de los huevos de oro.
A día de hoy, Metro de Madrid nos informa que sus tarifas son las más baratas de los países más desarrollados de la UE, pero lo que no estipula es el salario mínimo interprofesional de los países en comparación. En Francia el salario mínimo es de 1.321 y el metro de París cuesta 1,70 en España el salario mínimo es de 641 y el metro cuesta en Madrid 1.50 Euros, por no comparar con los demás países que aparecen en la publicidad. Mi conclusión es la siguiente: tenemos sueldos de países en desarrollo, es decir como India o Brasil, y precios de países desarrollados occidentales, y sin embargo la gente sigue consumiendo, pues... ¡qué siga la fiesta!.
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