lunes, 19 de diciembre de 2011

Demencia moral

La crisis actual tiene otra simetría en la falta de líderes, pero ¿qué es un líder?. Algunos responden que un guía, pero esa definición se queda insuficiente; si, un líder sin duda es alguien que sabe el lugar hacia el que se dirige, pero además se distingue por tener la osadía de querer llevar a todos hacia el bien común. Un líder es ese alguien que nos reune en torno a un gran proyecto.


Pero entonces salen las universidades privadas, intentando estandarizar la definición y hacerla propia, hasta el punto de dar cursos y másters de liderazgo. De esta forma mercadean con un concepto casi sagrado, vendiendo diplomas de líderes a ineptos que creen que lo son, por hacer un cursillo, pero lo más inquietante es que las empresas van y les contratan dándoles puestos de mando que jamás deberían tener.

Esta es la demencia moral, que nos lleva a vender valores o conceptos por definición invendibles. Esta demencia aflora también en nuestro sistema político: nuestro congreso actual, está formado en un 30% por abogados, por profesionales de la dialéctica, que en el mejor de los casos, alguna campana les suenan cuando hablan de problemas ajenos a su especialidad. No por ser abogados aprobarán leyes más justas (ahí está la experiencia de los últimos 15 años) ni nos gobernarán mejor.

Lo que más me preocupa es que en esa profesión no existe la moral, se puede defender al demonio, siempre que este page los honorarios, pero lo que sospecho es que estos abogados del congreso seguro que tienen su firma de abogados o la tienen sus hermanos o primos. Me explico, cuanta mayor legislación o normativa que provoque conflicto, más negocio para ellos en los tribunales, pero lo peor es que son como la banca en el casino, aunque pierdan el pleito en el fondo siempre ganan.


Abogados, esos seres que entran en la vida siempre por los inconvenientes, es como esa oscura simetría que siempre amenaza a una alegría: boda y si hay un abogado cerca, sus correspondientes cláusulas prematrimoniales, que por supuesto generan conflicto.


En esta demencia alocada, en a que solamente existe el dinero que genera corrupción y Dios nos libre, violencia; corrupción, tanta y tan extendida que sus tentáculos rozan incluso a la corona. Aunque esta demencia moral, quizá la hemos heredado de nuestros mayores. En efecto, nuestros ancianos hace tiempo que empezaron a decir a nuestros hijos: ¡disfruta hijo! ¡gana dinero! como si en la vida solo existiera Ibiza en verano y el trabajo en invierno, y ambas las realizamos siguiendo a un estúpido, eso si con diploma y sello de calidad, calidad de bufón que certifican otros bufones. Y todo lo hacemos bajo los peores auspicios: aquellos que olvidaron nuestros mayores y que enfurecen al resto del Olimpo al ser solamente honrados en esta fiesta de locos Eros, Pan y Tánatos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario