En estos Juegos Olímpicos de Londres, en plena crisis, se ha dicho que los deportistas van solamente a por las medallas, o a pasarlo bien; tal vez en algunos casos sea cierto, pero el espíritu olímpico es otra cosa. Establece unos principios que constituyen algún pilar de nuestra civilización, por ejemplo el respeto por el adversario; podemos decir que todos practicamos deporte, pero necesitamos al otro, al rival y compañero para sacar lo mejor de nosotros mismos, de este modo el rival se transforma en amigo, porque precisamente eso es lo que hacen los amigos, sacar nuestro mejor yo. También en los deportes de equipo aprendemos a convivir y a trabajar juntos por un objetivo.
Con esta perspectiva merece la
pena ver a los mejores deportistas del mundo competir en buena lid y como
amigos, siendo un ejemplo para todos e invitando a todo el mundo a compartir
aspiraciones, sueños además de nervios y latidos, comprobando que todos somos
iguales, hermanos de una misma estirpe: la humana y verificando que dentro de
todos nosotros arde el mismo fuego.
Sin olvidar nunca, la humildad
de saber, que en las olimpiadas como en la vida, al final el esfuerzo y los
dioses son los que premian al vencedor.